5 Personas cuentan por qué fueron al psicólogo

15-noviembre-2017


CruelWorld-Testimonios -


Tan típica como aburrida es la frase de “Yo no voy al psicólogo porque no estoy loco” y todos la hemos oído en demasiadas ocasiones.

Cuesta creer que todavía a día de hoy persista esta sensación de que sólo la gente que es incapaz de gobernar su vida necesita pedir ayuda. Como sociedad, todavía no hemos madurado lo suficiente como para reconocer que la terapia no es sino una herramienta de salud más y que, con demasiada frecuencia, rechazamos sus beneficios por (un mal entendido) orgullo. 

Si somos lo suficientemente maduros como para saber que no pasa nada por contratar a un alguien que cuide de nuestros hijos cuando no estamos, o llamar a un diseñador cuando queremos hacer una web. Si nos hemos vuelto suficientemente sabios como para comprender que nos conviene darnos crema antes de tomar el sol y lo suficientemente sensatos para reconocer que no pasa nada si de vez en cuando evitamos las escaleras y subimos en ascensor. ¿Por qué no habríamos de utilizar la terapia? La terapia está ahí y es una herramienta desarrollada para hacernos más llevaderos los momentos más complicados. 

Os he preguntado, a lo largo de las últimas semanas, por vuestras razones para acudir a terapia y vuestra respuesta ha sido inmensa. Lo que pretendía ser un sencillo y único post va a acabar convirtiéndose en una sección que se irá desvelando a lo largo de las próximas semanas.

No hay una única razón para acudir a terapia, hay tantas como individuos y todas son igual de maravillosas. A todos los que habéis querido participar: Muchas gracias

Aquí van los 5 primeros:



El pensamiento positivo nos alienta a abandonar la toma racional de decisiones y el tránsito por nuestras emociones en pro de un status lapidario en Facebook o una nueva libreta molona de Mr. Wonderful.



BoloBlas -


Nombre:
Bolo Blas.

Edad:
32 años.

¿Donde vives?
Toledo.

¿A qué te dedicas?
A mí mismo.

¿Con qué edad acudiste al psicólogo?
Primero con 7 años y luego con 15.

¿Qué te llevo allí ? Cual fue el motivo de tu consulta ?
En ambas ocasiones fui obligado por mis padres, era muy joven y las dos veces por los mismos problemas, desordenes, rarezas con la comida y ciertas tendencias de conducta antisocial…¡Vaya, que pensaban que no hablaba ni tenía ningún interés en hablar con otros seres humanos!

Principalmente el problema era la comida, tenía temporadas (semanas enteras) que solo comía una cosa: solo mermelada de fresa, solo queso Philadelphia, solo garbanzos. Siempre me ha dado asco todo, jamás he comido carne, jamás he comido cosas de color verde, cosas con sangre, con líquidos, pastosas, en puré, etc.

¿Le contabas a la gente que ibas a terapia?
No hasta hace relativamente poco tiempo, cosa de unos 5 años.

¿Te has sentido cohibido al hablar de este tema con alguien?
Era un secreto, tanto el problema en sí como el hecho de ir a un psicólogo.

¿Conseguiste tus objetivos yendo a terapia?
No, para nada, me dieron por imposible y dejé de ir en el caso de la comida.

En el caso de el “problema social” no era tanto un problema sino timidez. Simplemente aún me veía demasiado joven para salir a la calle y hacer vida de “adolescente”, es decir, no quería salir porque no quería beber, fumar, tomar drogas, ligar y todas esas cosas que empezaba a hacer la gente de mi edad. Aún no era el momento y tampoco era momento de decir a mis padres que esa era la razón real por la que prefería estar en casa. Lo que tenían era un niño bueno, que además no quería delatar lo que hacían sus amigos en la calle.

¿Hay alguna anécdota o curiosidad que te apetezca contar?
Anécdotas tengo unas cuantas:

Sobre el tema antisocial mi “problema” básicamente era que no hablaba, eso creían ellos. No hablaba mucho en casa, era adolescente y me entretenía muy bien solo, como he dicho no me gustaba el “ocio” que se suponía para mi edad así que me quedaba en casa. Pero eso no quiere decir que tuviera problemas en el instituto hablaba y hablaba demasiado…

Una vez la tutora llamó a mis padres para hablar con ellos, yo estaba acojonado por lo que pudiera decirles, suponía que sería algo malo, recuerdo que me puse a jugar a la Game Boy como si no hubiera un mañana.

Cuando llegaron a casa mi madre vino a mí, me miro y me dio 2000 pesetas. Me dijo: “me han dicho que eres bueno pero que te hablas mucho con los malos, que tendrías que tener cuidado y no descentrarte. Tú no hagas caso, tú habla, habla con la gente… no sé, toma dinero”. Esa fue la primera vez que cobré por hablar.



Marta -


Nombre

Marta

Edad

38

Lugar de residencia

Gijón

¿A qué te dedicas?

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¿Con qué edad acudiste al psicólogo?

20 ó 21

¿Qué es lo que te llevo allí?

Supongo que estaba muy confusa y triste. El motivo principal es mi relación con la familia y principalmente con mi padre.

¿Le contabas a la gente que ibas a terapia?

A mis amigos más íntimos.

¿Te has sentido cohibida a la hora de hablar de este tema con alguien?

No me gusta contar mi vida a cualquiera, solo expreso mis sentimientos a la gente más cercana.

¿Conseguiste tus objetivos yendo a terapia?

Supongo que sí, ir a terapia te permite por lo menos desahogarte con alguien.

¿Hay alguna anécdota o curiosidad que te apetezca contar sobre tu experiencia con la psicoterapia?

Mi psicólogo se quedó dormido en una sesión de terapia, estuve traumatizada mucho tiempo (risas).



Jose-Daniel-Espejo -


Nombre

José Daniel Espejo

Edad

40

Lugar de residencia

Murcia

¿A qué te dedicas?

Trato de poner en pie un proyecto de librería solidaria online para Traperos de Emaús. Además de eso, escribo muchas cosas, en muchos sitios.

¿Con qué edad acudiste al psicólogo?

A los 32 ó 33.

¿Qué es lo que te llevo allí?

Yo siempre he sido un neurótico de libro, el típico rarito. Como todos los de mi estirpe, he aprendido a conllevar eso lo mejor posible, e incluso a aprovechar sus (pocas) ventajas, orientándome a la literatura y a los trabajos monótonos, por ejemplo. Pero en un momento dado pasaron cosas terribles a mi alrededor, mi pareja enfermó de cáncer y a mi niño pequeño le diagnosticaron autismo. Pensé que tenía que encontrar la manera de dejar de ser ese personaje moñas, de ponerme (por una vez) a la altura de las cosas.

¿Le contabas a la gente que ibas a terapia?

Al principio a nadie, pero fui hablando cada vez más del asunto, entre gente muy cercana. Al final se convirtió en un tema de conversación apasionante. Sin entrar en todos los detalles, claro.

¿Te has sentido cohibido a la hora de hablar de este tema con alguien?

Sí. Es difícil si no estás entre personas de mucha confianza romper ese relato, profundamente cuñado, que da por hecho sin más que la terapia es una estafa para quejicas adinerados.

¿Conseguiste tus objetivos yendo a terapia?

En un sentido no y en otro sí. Me explico. No he conseguido mis objetivos porque, después de todos estos años de trabajo, sigo acomodándome a mis malos hábitos de neurótico nivel 98, sigo teniendo que luchar contra eso casi todos los días. Pero sí he conseguido dejar de ver mis mierdas como un estigma inevitable o como un rasgo de identidad. Ahora sé que no son inamovibles, que se pueden meter palancas para moverlas al menos de forma provisional. Bueno. Supongo que me vale el resultado.

¿Hay alguna anécdota o curiosidad que te apetezca contar sobre tu experiencia con la psicoterapia?

A lo largo de ese tiempo trabajé con tres terapeutas diferentes. Por algún motivo, siempre que les decía que me dedicaba a la literatura me ponían “deberes”, redacciones para casa sobre tal o cual tema. Creo que sobrestimaban la función “terapéutica” de la escritura… Luego volvía con relatos, a veces muy extensos, y a mí casi me daba la risa al ver las caras de horror que ponían. Nooo, esto no es así. Esto no está bien, murmuraban. Al final, a un libro que escribí en aquellos años lo acabé llamando “Mal”, debido a eso.



Azrael -


Nombre

Azrael

Edad

27

Lugar de residencia

Vivo en un pueblo de Sevilla.

¿A qué te dedicas?

Soy calígrafo y aprendiz de lutier.

¿Con qué edad acudiste al psicólogo?

La primera vez que acudí la consulta de un psicólogo tenía 20 años.

¿Qué es lo que te llevo allí?

No sabía qué hacer, parecía que tenía un bloqueo enorme a la hora de hacer las cosas, contra el cual a día de hoy aún lucho. Pensando que me faltaba “fuerza de voluntad” fui a una consulta con hipnosis. No conseguí terminar el tratamiento, pero lo poco que estuve me ayudó tremendamente.

¿Le contabas a la gente que ibas a terapia?

Mis allegados sabían que iba al psicólogo y no tenía ningún problema en decirlo. Si bien es cierto que por varios frentes he sido estigmatizado por ello, también he recibido bastante apoyo al respecto y los resultados me han terminado dando la razón.

¿Te has sentido cohibido a la hora de hablar de este tema con alguien?

A veces tenía problemas a la hora de comentar esto con determinadas personas, siempre hay alguien cuya respuesta negativa sabes que puede hacer mella. Era prudente con este asunto. Dicen por ahí que “la verdad para quien la entienda”, y en este caso me ajustaba a ello.

¿Conseguiste tus objetivos yendo a terapia?

He comenzado terapia en tres ocasiones distintas y nunca he salido desorientado de una sesión: Siempre conseguía aclarar algo, fuera doloroso o no. Me siento “reubicado” cuando voy. Es una sensación que aprecio. Definitivamente, he logrado alcanzar diversas metas gracias a la psicoterapia.



Lena-Speckmann -


Nombre

Lena Speckmann

Edad

42

Lugar de residencia

Berlín

¿A qué te dedicas?

Intérprete/traductora autónoma

¿Con qué edad acudiste al psicólogo?

34

¿Qué es lo que te llevo allí?

La separación de mi pareja después de 11 años de relación.

¿Le contabas a la gente que ibas a terapia?

Sí. Sabía de unos cuantos conocidos que iban al psicólogo y les pedí sus contactos.

¿Te has sentido cohibida a la hora de hablar de este tema con alguien?

No, nunca.

¿Conseguiste tus objetivos yendo a terapia?

Sí. Tuve muchísima suerte con mi terapeuta.

¿Hay alguna anécdota o curiosidad que te apetezca contar sobre tu experiencia con la psicoterapia?

La verdad es que no, salvo, quizás, que en ocho años que llevo acudiendo (ahora ya no tan a menudo), solo lloré dos veces ante él. No por intentar guardar la compostura, sino porque casi siempre me siento bien cuando voy. Me siento mal antes y por eso le pido cita, pero para cuando tengo que acudir a menudo ya he resuelto los “problemas” yo sola. Es justamente esto lo que me ha enseñado. No es de esos terapeutas que te dicen lo que debes hacer, sino que te enseña los medios y métodos para que puedas manejar tus problemas con éxito.



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